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miércoles, 2 de agosto de 2017

AQUELLOS SABORES DE ANTES
Nunca he vuelto a paladear aquellos sabores de mi infancia, alimentos sin colorantes ni conservantes, totalmente ecológicos, eso era lo normal, hoy es algo extraordinario. El tomate, sabia a tomate, el pollo a pollo, el melocotón…a gloria.
No teníamos muchas chucherías al alcance, pero tampoco las echábamos de menos, recuerdo las meriendas con aquellas gordísimas galletas María con chocolate, eran mucho mejor que una chuchería. Esos pedazos de pan co...n ese hoyo lleno de aceite y azúcar que relamías hasta la extenuación.
Tampoco teníamos refrescos, solo las gaseosas de Encarnita Martín, que tomábamos los domingos en el cine Yusuf, eso sí, si te quedaba algo cuando venía el séptimo de caballería persiguiendo a los indios, te podías despedir hasta el próximo domingo, pues con el zapateo de la chiquillería en el suelo, la gaseosa seguro se te caía….
Las comidas, también sabían distinto, recuerdo las ricas recetas de mi Madre y de mi Abuela Laura, magnificas cocineras. Ese puchero de coles con su pringá, ese potaje de lentejas, esa cazuela de fideos, esa espichá de boquerones secos con huevos fritos y ajos, por favor estoy que se me cae la baba. Hoy, en ocasiones sigo probando con la esperanza que algún día sepa igual.
Siempre me ha gustado comer la fruta directamente del árbol, lo hacíamos cuando íbamos al campo con mi Padre, la fiesta estaba asegurada, nos dejaba a nuestro aire, inalterable, canturreando algo ininteligible, nos metíamos en los balates, subíamos en los árboles, y comíamos todas las frutas que caían en nuestras manos sin miedo a las consecuencias, esas eran frutas, esos eran sabores, los sabores del pueblo.
Esos tomates recién cogidos de la planta y lavados en el balate, le dabas un mordisco y todo el gusto y sabor se desparramaba por tu cara y tu boca; pues el tomate era eso, solo tomate y no hoy que tienes que pedir Raf, Cherry, Kumato, de Pera y no sé cuántas cosas más.
Esa caña de azúcar cortada en el campo y chupada con gran placer te sabía a melaza de la buena.
Algo ha cambiado y quizás sea yo el que haya cambiado, pero escribiendo estas líneas he saboreado y regustado todos esos sabores de antes, sabores de niñez, sabores de antaño, mis sabores.
PD. Relato escrito en agosto de 1992

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