VERANO DEL 73
Podría haber sido cualquier verano, pero sin embargo fue en el 73 cuando llegué a Granada para estudiar y al llegar el verano se abrían las terrazas de verano, justo cuando yo tenía que irme de vacaciones a Salobreña, mi pueblo.
Se podía observar que desde el principio vinieron funcionando cines al aire libre durante los meses de calor. Siempre la temporada de verano se venía caracterizando por los reestrenos y las reposiciones, ya que era la única forma de rep...escar las películas que tuvieron éxito en las anteriores temporadas.
Ese verano tuve la mala suerte de ser la época de las vacas flacas para el cine de verano y solo nos quedaba una sala, el Cine Alameda; todos los demás habían ido desapareciendo.
Los cines de verano si viven un resurgimiento en los 80 y ese verano están funcionando el Cine Alameda, el Cine las Torres, el Cine Central, el Cine Tívoli, el Cine las Flores y Cinema los Vergeles ya con cuatro salas.
El destino hizo que en un crucero de placer conociera a Julio Álvarez y su mujer, propietarios del Cinema Vergeles en el Zaidin. La historia del cine de verano del barrio ha corrido paralela a la de su propietario, Julio Álvarez, que con solo 10 años ya ayudaba a su familia a hacer proyecciones ambulantes en la Alpujarra.
El primero de su saga fue ‘Tívoli’, en el Camino Bajo de Huétor. Un golpe de suerte, me contó, lo llevó hasta el solar en el que, hoy día, se levanta “Cinemas Los Vergeles”. Lo inauguró en los años 80, cuando la estética de ‘Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón’ cobraba vida en la calle.
Sin embargo, hoy leo en el periódico GRANADA HOY, que ya no volverá abrir sus puertas y sus proyecciones el Cinema Los Vergeles y algo tríste se resiente dentro de mí.
Han sido muchas, demasiadas noches al aire libre con el bocadillo de morcilla, la cerveza fresquita, el paquete de pipas y el pitillo, cuando aún fumaba. Buenas películas, doble sesión y apurar hasta casi las 2 de la mañana para que el sueño pudiese con uno.
Los cines de verano, debieran estar primados, patrocinados o promocionados por el ayuntamiento, pues desempeñan una gran labor social y cultural, para toda aquella gente que por una razón u otra no van al cine en invierno y sí lo hacen en la temporada estival.
Sería estupendo volver a ir una vez más a la terraza de verano Los Vergeles, aunque solo fuera por tomarme ese bocadillo de morcilla que tanto me gustaba y que tan mal me sentaba, mientras las balas que escupe el revólver del forastero resuenan una vez más entre las paredes de los edificios que nos rodean. Hasta siempre verano del 73!
Podría haber sido cualquier verano, pero sin embargo fue en el 73 cuando llegué a Granada para estudiar y al llegar el verano se abrían las terrazas de verano, justo cuando yo tenía que irme de vacaciones a Salobreña, mi pueblo.
Se podía observar que desde el principio vinieron funcionando cines al aire libre durante los meses de calor. Siempre la temporada de verano se venía caracterizando por los reestrenos y las reposiciones, ya que era la única forma de rep...escar las películas que tuvieron éxito en las anteriores temporadas.
Ese verano tuve la mala suerte de ser la época de las vacas flacas para el cine de verano y solo nos quedaba una sala, el Cine Alameda; todos los demás habían ido desapareciendo.
Los cines de verano si viven un resurgimiento en los 80 y ese verano están funcionando el Cine Alameda, el Cine las Torres, el Cine Central, el Cine Tívoli, el Cine las Flores y Cinema los Vergeles ya con cuatro salas.
El destino hizo que en un crucero de placer conociera a Julio Álvarez y su mujer, propietarios del Cinema Vergeles en el Zaidin. La historia del cine de verano del barrio ha corrido paralela a la de su propietario, Julio Álvarez, que con solo 10 años ya ayudaba a su familia a hacer proyecciones ambulantes en la Alpujarra.
El primero de su saga fue ‘Tívoli’, en el Camino Bajo de Huétor. Un golpe de suerte, me contó, lo llevó hasta el solar en el que, hoy día, se levanta “Cinemas Los Vergeles”. Lo inauguró en los años 80, cuando la estética de ‘Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón’ cobraba vida en la calle.
Sin embargo, hoy leo en el periódico GRANADA HOY, que ya no volverá abrir sus puertas y sus proyecciones el Cinema Los Vergeles y algo tríste se resiente dentro de mí.
Han sido muchas, demasiadas noches al aire libre con el bocadillo de morcilla, la cerveza fresquita, el paquete de pipas y el pitillo, cuando aún fumaba. Buenas películas, doble sesión y apurar hasta casi las 2 de la mañana para que el sueño pudiese con uno.
Los cines de verano, debieran estar primados, patrocinados o promocionados por el ayuntamiento, pues desempeñan una gran labor social y cultural, para toda aquella gente que por una razón u otra no van al cine en invierno y sí lo hacen en la temporada estival.
Sería estupendo volver a ir una vez más a la terraza de verano Los Vergeles, aunque solo fuera por tomarme ese bocadillo de morcilla que tanto me gustaba y que tan mal me sentaba, mientras las balas que escupe el revólver del forastero resuenan una vez más entre las paredes de los edificios que nos rodean. Hasta siempre verano del 73!