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jueves, 2 de febrero de 2017

SOY DE SALOBREÑA
Que soy de Salobreña, parece una obviedad, pues según dicen mis Hijas se me nota hasta en los andares, yo pensaba que era por el habla, pero no, por lo visto la gente de Salobreña andamos de una forma particular que se nos distingue del resto.
Ahora, que ha estado en boca de todos, el tira y afloja con los Franchutes, que se han hecho chistes y mofas de unos y de otros, cuando realmente no había color, pues todo el mundo sabía quién era el mejor, verdad?
Yo nunca he tenido ese sentimiento de nacionalidad Española e incluso diría Andaluza, si no que siempre me he sentido Salobreñero por los cuatro costados. Se me podrá decir que es de cateto, de pueblerino, incluso de poco cariño por tu tierra, pero de qué sirven tantos nacionalismos, si al final se vuelven más catetos que los de pueblo. Si se repara en la letra del himno de Andalucía, hay una estrofa que dice... "sea por Andalucía libre, España y la humanidad", toma ya! si no querías caldo, pues dos tazas.
No, yo he de reconocer que me tira mi Pueblo, pero cuando digo me tira es que me tira, de lo alto del peñón. Que por cierto, voy a contar una batallita real como la vida misma, hace muchos años, pues tenía solo 16, me tiré desde un poquito más bajo que lo alto del peñón, ay ay ay!!!, el golpe fue tan brutal que aún me duelen las ciruelillas, por no decir otra cosa.
Pero bueno, a lo que iba, que cuando hablo de mi pueblo y de recuerdos termino divagando. España es importante, menuda chorrada y Andalucía aún más, pero donde se ponga Salobreña que se quiten todos, pues nada más pronunciarla..S a l o b r e ñ a, se te llena la boca de sal, azúcar y buen sabor.
Ya desde pequeño, tenía muy arraigado ese cariño por el pueblo; nada más llegar a los Agustinos para estudiar, tenía unas grescas terribles con los motrileños, pues no querían que Salobreña figurase en los Poster que hacíamos en clase, envidiosos. Cuando viajé con la Reina de Bélgica, Doña Fabiola, se enteró de lo bueno y exquisito que había en Salobreña, pues todo el viaje desde Motril hasta la Pontanilla me lo pasé hablando de Salobreña.
Años después, por mi trabajo y mis continuos viajes por España y otros Países; cada vez que me preguntaban o sin preguntar, cuando venía la conversación de los orígenes, Salobreña siempre estaba en la mesa, fuera de primer plato o a los postres, nadie que se acercara a mí salía sin saber todas las ventajas que reunía mi pueblo. Pues eso sí, cuando hablabas tenías que explicar detalladamente esas bellezas que adornaban la "Proa blanca de Granada".
Siempre he sido una persona vehemente, apasionada y cuando quiero algo, lo quiero con locura, de ahí que todos mis interlocutores salían encantados con la charla; pasado un tiempo volvía a encontrarme con ellos y en vez de preguntar por la salud, preguntaban por Salobreña, vaya, vaya.
Les hablaba del clima, del castillo, de la playa, de la caña de azúcar, de los chirimoyos, de los espetos de sardinas, de la calidad de vida, etc. etc. y tengo que reconocer que se quedaban con las ganas de conocer más cosas de mi pueblo. Luego, muchas de esa personas han venido por su cuenta a conocer las maravillas cantadas por este charlatán de la calle Cristo, otros, he sido yo quien les he acompañado en su recorrido turístico y queréis que os diga una cosa, hasta yo me creía todo lo que decía y veía en el pueblo, pues no exagero si digo que tenemos uno de los mejores pueblos de España.
Tengo una gran pena y es que ni mi Mujer, ni mis Hijas ni mis Nietos han nacido en Salobreña, pero para eso estoy yo aquí, para contarles todas las excelencias y grandezas de mi Pueblo. Ya habrá tiempo y lugar, otro día, para hablar de los defectos y las mejoras, pero eso requiere más tiempo y menos apasionamiento.
PD. La foto la puso hace unas semanas mi amiga Mary Jiménez Márquez

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